domingo, 17 de enero de 2010

San Mamés calla a Cristiano


ROBERT BASIC.- (el correo digital)

La afición sometió a una dura presión al Madrid y a Ronaldo, que se encaró con un espectador
El primer gol lo marcó San Mamés. En el acta pondrá Llorente, pero fue San Mamés. Memorable el comienzo del partido. Soñado. Cantado por 'La Catedral'. 1-0 en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y el ambiente? Inmejorable. De esos que se recuerdan y evocan en una tarde de chiquiteo. Hasta desaparecieron los recogepelotas tras el tanto del riojano. Otro momentazo de la noche. Dijeron que iba a ser blanca. No amaneció para el Real Madrid. Parecía que los merengues estaban perdidos, cohibidos por lo que les rodeaba, por lo que veían y oían, mientras que el Athletic jugaba al ritmo de su corazón. A mil por hora. A veces sin pensar, con el criterio dominado por las ganas, presa de la voluntad que pedía derribar el muro hecho de millones. Al final cayó.
Los aficionados rojiblancos creían en la victoria. Todos. Sin excepción. Creían en ella desde el lunes. Desde agosto. Desde que conocieron el calendario. «Veo ganador al Athletic. Hay que ir a por ellos. Un punto es como el cero, nada, y más contra éstos. Que perdamos contra el Almería, pues vaya, pero al Madrid hay que darle», se explicaba Iñaki, vecino de Bilbao, encargado de traer cervezas a su cuadrilla. En el césped, la galaxia. En el palco, Florentino y Valdano. En las gradas, pasión. Hasta histeria por momentos. Se protestaba todo. Hasta cuando los blancos sacaban de banda. Hasta cuando pedían agua. No estaba el enemigo público número uno: Guti. Bueno, sí, pero en el banquillo. Entró luego, aunque ya no era lo mismo. Así que las miradas se centraron en Cristiano Ronaldo.
El portugués fue recibido en la entrada de San Mamés por una multitud que le dedicó una cancioncilla. Digamos que era un estribillo que ponía oficio a su madre. Ya en el campo, era el que más silbidos escuchaba. Vaya a saber usted por qué. Porque ha costado 96 millones de euros; porque pedalea más que Contador -mareó con las bicicletas-; o porque no se arruga ni ante 40.000 almas dispuestas a reventárle los tímpanos. O porque es muy bueno. El caso es que el luso, desde ayer, forma parte del selecto círculo de madridistas que han hecho 'amigos' en 'La Catedral'. Y sobre todo desde que amagó con darle a un espectador con la pelota en la línea de córner. El luso es todo carácter.
«Sólo quiero ganarles»
Antes, mucho antes, Sergio Ramos y Arbeloa se acercaron al banquillo del Athletic para saludar a Joaquín Caparrós. Se fundieron en un abrazo y se desearon suerte. Bonito detalle. El pasado, a veces, une más que el presente. La afición tenía claro qué debía hacer el Athletic para quitar la cabellera al Madrid. Iñaki, de Zamudio, dio la receta que compartía todo el mundo. «Presionarles desde el minuto uno hasta el noventa». Lo hicieron. A falta de piernas, tiraron del alma. «No les odio. Sólo quiero ganarles», resumió. Las gradas, rojas y blancas, pobladas de camisetas, banderas y bufandas, rugieron más que nunca. Como si les fuera la vida en ello. Y quizás fue así.
El panorama tampoco cambió en la segunda mitad. Bueno, un poco: salió Guti y San Mamés lo agradeció. Otro elemento más para desestabilizar. Le invitaron a irse a coger amapolas y le cantaron el clásico. El rubio ni se inmutó y, poco después de entrar, dejó un recadito a Javi Martínez que encrespó las gradas. González Vázquez, muy protestado, lo pasó por alto. Avanzaba el partido y el marcador no se movía. 1-0. El mismo resultado que devolvía en el minuto 2. La perlita de Llorente. El tiempo pasaba lento, eterno, y 'La Catedral' vivía pendiente del cronómetro. El Athletic abrió el frontón y levantó el muro. Defendió, despejó y volvió a defender. Las camisetas blancas llegaban por todas partes, los disparos, los centros, los córners... Iraizoz permaneció imbatido. Fue la noche en la que jugó San Mamés... para ganar.