viernes, 15 de enero de 2010

Ganar al Madrid


MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN.- (el correo digital)

Italo Calvino escribió un libro titulado 'Por qué leer a los clásicos'. Donde pone leer libros, piensen en ver los partidos, pero no unos partidos corrientes sino ésos que no deberíamos perdernos. Los partidos no son iguales que los libros, pero bueno, según qué partidos. Dedicar la vida a leer todo el tiempo es tan extravagante como pasarla viendo partidos sin parar. Tal vez ahora mismo vemos demasiados, lo que actúa a la contra de la épica y la mitología, incluso de la lírica, pero hay algunos partidos que no quisiéramos perdernos por nada del mundo, como el partido con el Madrid, el partido del siglo cada año a nuestro alcance. Ése es el verdadero derby en San Mamés, el clásico de Bilbao, como con mayor precisión dicen los argentinos. Un argentino es alguien que duda entre ser Borges o ser Maradona, se toma el mismo interés en elegir los adjetivos que en echar la bola al piso. Es igual de difícil ser Borges que ser Maradona. La madre de Borges se sentía una gallina a la que le creció un pato, la de Maradona seguramente no tenía esa brillantez para expresar imágenes pero sentiría algo parecido.
Al equipo que gusta ganar en Bilbao es al Madrid. Ese partido es el verdadero clásico, de los tiempos ya bastante antiguos en que los equipos se tutearon, y del resto, cuando la victoria sobre el Madrid nos alegra la temporada. En Bilbao gusta ganarle al Madrid por muchas razones. Yo me quedo con la mejor tradición de San Mamés, que se entusiasma con las victorias, se da por satisfecho con los empates y a veces ha tenido la grandeza de aplaudir no sólo a los suyos sino también al rival, en las derrotas. A mí me gusta mucho ese señorío de San Mamés, que no es retórico sino que está en nuestros recuerdos y nuestros ideales. Me gusta más ganarle al Madrid que al Barcelona. Hay quien quiere que el Madrid pierda hasta los aviones. A mí no me pasa, pero bueno, no estoy presumiendo, las cosas son así, tal vez me esté perdiendo algo. Prefiero coincidir con las personas a favor de algo que en contra de nada. Quiero que pierdan, el Madrid y los demás equipos, contra el Athletic, y en los partidos que juegan entre ellos si el resultado favorece al Athletic. En el resto de los casos me da igual, o prefiero que ganen todos ellos sin excepción si juegan, por ejemplo, contra un equipo ruso (qué le vamos a hacer, yo sólo iba con Rusia cuando le llevaban al cuartelillo a Manolo el Ruso por gritar en los bares Viva Rusia).
Ganar al Madrid es la perfecta bilbainada. Compren a los mejores del mundo, en plan playstation, pongan en ello toda la pasta, que vamos a intentar ganarles con chicos de la tierra y administrándonos con la diligencia de honrados padres de familia. Salvo algunas excepciones, como el equipo Ye-Yé y la Quinta del Buitre, el Madrid es una selección comprada a golpe de talonario y en ocasiones, como en la actualidad, un talonario que roza el exhibicionismo obsceno. Mejor así, disfrutaremos el doble en caso de victoria o empate, e incluso si perdemos pero les hemos puesto en aprietos. Una de las paradojas mayores de Florentino es que, puestos a fichar cuanto se moviera, quiso fichar también a Wenger. Escribía días atrás John Carlin que lo inteligente es sacar jugadores jóvenes y venderlos cuando están en su esplendor, es decir, a punto de iniciar el declive, y vuelta a empezar. Es el modelo de Wenger. Vendió a Anelka al Madrid por cuarenta veces más dinero del que costó. Florentino, según la teoría de Carlin, a quien siempre hay que leer con la mayor atención, sería el que compra a precios disparatados los jugadores que empiezan a estar de vuelta. Y más de vuelta, con bastante probabilidad, por el desarraigo y el peso desequilibrante de sus cuentas corrientes. El Athletic no es el Arsenal, pero el de Wenger no parece un mal modelo a imitar. Pongan, si les parece, nombres a la idea. En ese modelo no se estancan los jóvenes por falta de oportunidades ni los consolidados por rutina funcionarial.
Pero bueno, estábamos hablando del Madrid y de los clásicos. El partido con el Madrid no es un partido más, sino el que especialmente nos gusta ganar, según todas las estadísticas. Dice Calvino: "Los clásicos son esos libros que pueden marcar decisivamente cuando son leídos en la juventud, pero que leídos en la madurez proporcionan un placer extraordinario, sin el sabor particular y la importancia que la juventud comunica a la lectura o a cualquier otra experiencia, pero ya con la capacidad y la atención adiestradas para captar todos los matices».